El falso ego es un
componente de la psiquis que nos sigue allá donde vallamos y allá donde
estemos.
Es el payaso de
nuestro reino el bufón de turno, un desgraciado acompañante, pero es difícil
desprenderse de él. Para conocer su
apariencia tenemos que definir sus extremos, observarle y unificar sus
acciones.
Nada ganamos con taparlo o encubrirlo. Es como el
hombre de las mil caras, se disfraza según las circunstancias.
Cambia de una forma a otra, aglutina frases ostentosas y las recita como un
loro, sin conocer ni saber su significado, aprende el lenguaje espiritual
hablando de los estados superiores de conciencia, de prácticas místicas, de
poderes ocultos y conexión con los Maestros Espirituales.
Hablar es su especialidad, le encanta hablar, pero si
no puede encontrar quien le escuche, inicia un monólogo o se sume en
conversaciones imaginarias con él mismo, con algún amigo o admirador.
Le encanta que le
admiren alardeando y dándose importancia como un cuervo con plumas de pavo
real, para él el aplauso es el más sublime de los placeres.
Pero
si alguien le critica, si alguien es tan osado como para sugerir que ese
plumaje es un disfraz y que todo ese
montaje es una farsa, su amargura y resentimiento aflora, explotando en
angustiosos lamentos de protesta para quien le ha “difamado”.
No satisfecho con
quejarse con todas las personas que
encentra a su paso, esta “posesa entidad” ahogara la psiquis con lamentaciones,
aireando las ofensas con diálogos ficticios, dando vueltas y más vueltas en su
cerrado circuito mental y repitiéndolas
interminablemente por estas ofensas
recibidas y supuestamente infundadas… “Me insultó, me maltrato, hirió mi
reputación, me hizo parecer como un imbécil” …
Con
estas frases de alivio y con miles de variantes
según las circunstancias, el falso Ser, el ego, manifiesta su
obstinación cuando el elogio le es negado o sus bufonadas son descubiertas
como si fueran burlas.
La
cura de esta enfermedad del falso Ser, el ego, es evitar que de las órdenes en nuestra
vida, evitar las situaciones en las que
se sienta seguro usurpándonos el papel del verdadero Ser.
Este aspecto de la
psiquis se lanza siempre deliberadamente en busca de la compañía de tontos que le
inciten a alimenten sus debilidades y ensalzar sus payasadas.
Ciertas personas,
se congregan con el único fin de fortalecer y reforzar sus egos, formando
pequeñas sociedades de admiración mutua, dentro de las cuales puedan desplegar
sus plumas de pavos reales y extender sus envolturas más artificiales sin temor
a la censura.
Los amigos del
falso Ser, el ego, son enemigos de la esencia. Un verdadero amigo esencial no
es adulador y no admira las extravagancias del bobo.
No
solo el truco de simular ser más tonto proporciona vislumbres de la estructura
del propio falso Ser, el ego, sino del
también falso ego de los demás, cuyas reacciones (desprecio, condescendencia, cortesía,
menosprecio o sonrisas tolerantes) dan una clara indicación de donde se
encuentran en la escala del Ser.
La representación
profunda de la interacción entre el falso Ser, el ego y la esencia, estos dos
aspectos de la psiquis del hombre, están dramáticamente yuxtapuestos en
contraste con un fondo de tormenta y
catástrofe; el elemento consciente hace adrede el papel de tonto mientras que
el falso ego, en el papel de bobo, declama y se rodea ante la indiferente
tempestad, echando la culpa de sus infortunios a todo y a todos excepto a su
propia estupidez
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