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La sabiduría que es nuestra inteligencia emocional juega un papel muy importante en nuestras relaciones amorosas.
Una persona sabia sabe lo que su pareja quiere escuchar y lo que es mejor no decir para no provocar contiendas o malos entendidos.
Sin embargo, muchas veces nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y lo que sale de nuestros labios son palabras manejadas por nuestra impulsividad y eso nos hace fracasar muchas veces.
Ya una vez se suelta esa palabra hiriente, se envía ese texto negativo o se hace esa llamada telefónica que nunca se debió hacer, no hay vuelta atrás.
La grieta en la taza que contenía aquel amor puro, dulce y tierno empieza a derramarse poco a poco hasta que queda vacía. Amemos con sabiduría, hablemos después de haber pensado lo que vamos a decir. Escribamos el texto o el email pero no lo enviemos. No hagamos esa llamada por impulso, pensemos lo mejor.
Si el criminal hubiera pensado las consecuencias que iban a traer el haber matado a su victima no estaría pagando su condena. Muchas veces nuestras palabras son las puñaladas y los balazos que matan el amor y después viene el arrepentimiento cuando ya es tarde.
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